🖋️ He dejado de escribir
Ya no escribo mis pensamientos ni me desahogo en una página en blanco cuando la vida me va regular. Muchas de mis ideas y reflexiones se terminan escapando en una espiral imposible de mi cabeza.
A ver, realmente escribo a diario, pero ya no escribo mis pensamientos ni me desahogo en una página en blanco cuando la vida me va regular. Recuerdo que cuando estaba en la universidad siempre iba acompañada de un cuaderno donde si lo necesitaba escribía lo que me venía a la cabeza, pero mucho antes ya trasladaba mi caos mental a un papel y así es como cree mi primer blog (del que ya hablé por aquí). Ahí publicaba pequeños poemas y relatos plagados de metáforas, como si me creyese Taylor Swift, por miedo a que alguien cercano identificase mis sentimientos. Estos cuadernos los llamaba ‘anti caer en picado’ porque era una intensa que no había ido aún a terapia y quería que toda su vida fuese como una película. Al principio los agotaba en un solo año, luego fueron alargándose los periodos y el actual, lo tengo desde 2020. Han pasado cuatro años y no logro acabar con apenas 50 páginas.
La cosa es que por mucho que me dejase llevar por la fantasía lingüística o pensase que esos diarios serían una reliquia futura, me ayudaban mucho a capturar momentos vitales. Ahí tengo guardadas mis primeras relaciones, crisis de amistad, ansiedades, momentos de soledad y cambios profesionales. Pero un día todo eso se esfumó, y ya no escribo. Muchas de mis ideas y pensamientos se terminan escapando en una espiral imposible de mi cabeza; me da pereza hacerlo en el móvil, no soy capaz de llevar ningún tipo de journal ni de forzarme a escribir un diario cada noche porque la vida me atropella y lo único que quiero al llegar a casa es ver mi serie del momento.
Me da mucha lástima haber perdido ese recurso y de verdad, aunque lo he intentado de todas las formas posibles, no logro recuperarlo. En mi última escapada a Jaén para ver a mi hermana me llevé un cuaderno con la intención de escribir mis sentimientos en ese viaje, pero no lo abrí ni un solo día. Siento que estoy perdiendo parte de mi relato vital y personal, aunque también creo que algunas píldoras quedarán siempre encapsuladas aquí, en esta newsletter. ¿Tengo ahora sentimientos menos intensos que antes y por eso no siento la necesidad de plasmarlos? ¿Es mi vida más aburrida y monótona y por eso no he visto la ocasión de reflejarlo? ¿Me distraigo mucho más o traslado todo a otros formatos como audios por WhatsApp que quedarán perdidos para siempre en el mundo digital? ¿Soy simplemente más vaga o más sencilla? ¿La terapia me ha ayudado a canalizar mejor mis momentos de bajona y ya no tengo la necesidad de descargarme en un papel? No sé realmente cuál es la razón o si es un conjunto de todas, pero sigo sintiendo mucha pena por ello. ¿Alguna solución?
VER 🎥
He querido esperar al último momento para incluir esta sección porque no estaba muy segura de qué proponer. Pero ayer fui al precioso Cine Doré (Filmoteca) y vi con amigos una película de 1956 tan adelantada a su época que habla de las masculinidades tóxicas que me fascinó. La historia es simple, un chico de instituto vive en una casa de estudiantes donde está una pareja y él en vez de hacer lo que el resto (deportes, peleas y ligar) prefiere un estilo de vida más tranquilo (con su música, lecturas, jardinería…). Así que al mínimo ya le tachan de gay y eso, junto con varios traumas paternos y maternos, le hace sentirse aún más confundido en su situación de joven adulto.
Solo hay una persona que le comprende y quiere ayudar en todo este proceso, y que además entiende perfectamente que para ser un hombre no hace falta mostrar la típica masculinidad tóxica que conocemos, sino también mostrar sensibilidad, vulnerabilidad, comprensión y ternura. Que esto se lograse llevar a la pantalla en plenos años cincuenta me parece de un éxito absoluto. Sé que las mujeres hablamos mucho de las expectativas que nos ponen, pero reconozcamos que a lo largo de la historia los hombres también se han sentido muy reprimidos por el mismo machismo intrínseco y patriarcal de la sociedad, donde “los niños no lloran” ni muestran sentimientos. Menos mal que todo está cambiando. (No disponible en plataformas).
ESCUCHAR 🎧
El otro día volví a caer por el pódcast de Judith Tiral (Tenía la duda) de casualidad, no lo escucho tan a menudo porque son capítulos largos, pero llegó de casualidad y no pude pararlo. En esta ocasión hablaba con una pareja de Amish y me resultó tan interesante. Sobre todo la última parte en la que ellos mismos dan la vuelta a la entrevista y le hacen preguntas a ella. Me gusta mucho el respeto absoluto que Judith trata de transmitir en cada episodio a todos los entrevistados, sin juzgar y desde la fascinación.
He tenido una playlist un poco plana este mes, así que no voy a forzar la máquina y os dejo con las canciones. Un gran descubrimiento ha sido el primer grupo, lo escucharé más. Aquí enlace directo a la playlist completa.
LEER 📖
Hoy tengo que hacer autopromo en esta sección, porque… ¡HE LANZADO UNA NUEVA NEWSLETTER! Desde hace tiempo quiero expandir eso que empecé a hacer en esta newsletter de hablaros de algo que me fascina de internet pero de una manera independiente. Y con todo eso ha nacido ‘Huella Social’, un juego de palabras entre “huella digital” y “redes sociales”, aunque os confieso que también barajaba la opción de “crónicamente online” porque me hacía gracia este meme.
La podéis leer solo en LinkedIn y de momento he hablado de dos cosas: cómo actuar ante crisis de reputación en redes sociales y el fenómeno de las ‘tradwives’ que me fascina. Además, cada edición (quincenal) va acompañada de novedades en el sector de las redes sociales y otros descubrimientos, porque una no puede alejarse de lo que es por naturaleza.
DESCUBRIR 📲
Imagino que conocéis los clásicos tiny desk concets de NPR Music, me encanta el concepto porque te acerca mucho a los artistas desde un prisma diferente a los clásicos vídeos de conciertos. La cosa es que no hay tantos, y me ha encantado que mi algoritmo de Instagram me haya llevado a este reel donde Lara Gianina explica tres alternativas a estos vídeos que te ayudarán a descubrir mucha nueva música.
Gracias por leerme, sé que planteo una cuestión complicada, pero me encantaría saber si alguien más se ha sentido identificada con ello, porque no me viene nada mal un consejo. Nos leemos por aquí, en mis redes sociales y por supuesto, en mi nueva newsletter.
(1) Té y simpatía.
Gracias por leer ‘Descubrimientos del mes’. Si te ha gustado, no dudes en suscribirte para que esta carta con recomendaciones culturales llegue a tu buzón el último domingo de cada mes.