🏙️ Ciudades hostiles
Hacía mucho que no escuchaba a los niños correr y reír en las calles después de la cena y me ha hecho ilusión. Ese punto de independencia de estar sin supervisión siempre te hace crecer como adulto.
*Esta temporada voy a intentar que la newsletter incorpore una versión en formato audio para que cualquiera que no tenga tanot tiempo de leer, pueda escucharlo. Espero que os guste la idea.
¡Hola! Estoy de vuelta, ahora sí que si el verano se ha acabado para mí. Normalmente, dependiendo de cuándo sea mi último viaje o escapada, es cuando empiezo la temporada, y esta vez nos hemos extendido hasta finales de septiembre. Durante todo el verano he estado dando vueltas a un tema y como últimamente mi newsletter se ha convertido casi en un monográfico del problema de la vivienda, he querido volver con otro aspecto que me parece crucial en las ciudades y que, aunque todavía no le prestamos demasiada atención, creo que tendremos que abordar en algún momento, antes de que sea tarde.
Las últimas semanas de agosto las pasé de vacaciones en casa, porque este año me he creído Barbie influencer millonaria y he viajado a dos de los países más caros de Europa, por lo que había que reducir gastos. En ese periodo, mientras hacía proyectos en mi despacho, escuchaba a los niños correr, jugar y gritar en las calles, especialmente pasadas las 10 de la noche; hacía mucho que no recordaba que esa era una realidad en el mundo y que no todos se quedan recluidos en casa. Llevo casi 10 meses viviendo en esta casa y en ese periodo no recuerdo haber escuchado apenas a los niños salir a la calle a disfrutar de su libertad. No pude evitar recordar mi propia infancia y lo libre que me sentía cuando bajaba con mis amigas del barrio al recinto de la urbanización para jugar o cuando decidíamos salir de la piscina y de la vigilancia de los padres para montarnos nuestras aventuras por los jardines.
No sé si porque en la urbanización de casa de mis padres cada vez hay menos niños o porque un año decidieron desmantelar todo el parque interior para solamente dejar cajas de arena y césped, pero hacía tanto tiempo que no escuchaba las risas del juego de los niños en las noches de verano. Las ciudades no solo se han vuelto hostiles para los adultos, que apenas podemos encontrar dónde vivir y hacer barrio, también son inhabitables para los menores de edad. Los nuevos barrios se construyen como fortalezas de hormigón, donde salir de ese recinto se vuelve una actividad casi peligrosa y no es posible dar un paso sin la vigilancia adulta. Con lo bien que lo pasaba yo yendo al bazar de enfrente para comprar helados y chuches o sentándome en los bancos con los chicos mayores en la fiesta de la piscina y probando mi primer sorbo de cerveza para luego sentirme la peor persona del mundo por haber hecho algo ilegal.
Ese punto de independencia que proporciona estar sin supervisión constante siempre te hacía crecer como adulto. Sabías que tenías que asumir un rol mayor, estar atenta a todo lo que ocurriese alrededor porque no había nadie que se preocupase por ti y también aprendías a tomar buenas decisiones o asumir las consecuencias. Hacía mucho que no escuchaba a los niños correr, saltar y reír en las calles después de la hora de la cena y este verano me ha devuelto un poco la ilusión saber que aún hay algunos que pueden disfrutar de esa pequeña libertad que les aportará mucho cuando sean adultos.
VER 🎥
Siento que siempre digo lo mismo, pero lloré tanto con esta película de Álex Montoya (Movistar +). Es tan breve y tan bonita, tan humana, tan íntima. No creo que pueda recomendar una mejor para acompañar al tema de hoy ni al final el verano. Estos tres hermanos tienen que arreglar la segunda vivienda de sus padres tras su fallecimiento porque la quieren poner a la venta, y entre medias surgen un montón de situaciones comunes en las familias cuando se trata de una herencia. Pero sin llegar a un drama absoluto. Me gusta especialmente el papel de la hija del hermano mayor y sobrina del resto, que se nota que aprecia esa casa por la libertad que le proporciona estar allí. También me encantan todas las historias que no se cuentan de forma clara, pero que la casa, como protagonista adicional, cuenta en cada rincón y rayo de luz.
Me recuerda un poco a mis veranos en el pueblo, cuando mi hermana y yo íbamos a la panadería de la esquina (que me han comunicado este año que ha cerrado para siempre) a comprar el desayuno. Y éramos muy pequeñas, pero esos cinco minutos a solas significaban todo para mí. Aprender a pagar y recibir bien el cambio, a perder la vergüenza por comprar o hablar con gente desconocida y a guiarme por el camino.
ESCUCHAR 🎧
Si bien la idea de las ciudades hostiles la tenía desde como dije cuando en verano escuché a los niños por mi ventana, este reportaje de Dani Sousa en ‘A vivir que son dos días’ con Lourdes Lancho como conductora me terminó de convencer. En él acompañan a varios jóvenes adolescentes por Murcia para explicar cómo no disponen de espacios para disfrutar de su tiempo libre, ya sea porque los parques son inexistentes o enfocados a niños más pequeños o porque no tienen tanto dinero como para estar en las terrazas de los bares. Me resultó muy interesante todo el análisis y sería genial que lo escuchaseis. “Sentimos que molestamos en la ciudad”, dice uno de los jóvenes. Si no se pone solución, ya no es que el móvil sea la alternativa de preferencia, es que se convertirá en la única posible.
¿Qué he estado escuchando este mes? Pues de todo un poco variado y que me ha dejado una playlist muy fin del verano, a mi parecer. Además, también acabé el verano con la película de Trueba y la primera canción que aparece a su inicio me pareció ideal para poner punto final a la estación. Espero que os guste.
LEER 📖
Me hubiese encantado recomendaros el libro que estoy leyendo, pero no he acabado, aun así que creo que se quedará para la próxima. Si bien me encantó este artículo de opinión de Noelia Ramírez en El País, donde mezcla la historia de uno de mis personajes favoritos de la serie ‘The Bear’ con la política socioeconómica, especialmente la estadounidense, así como el mercado laboral.
Sé que la serie no es plato de buen gusto para todo el mundo, pero ese capítulo concreto del que habla Noelia creo que es perfectamente revisable sin conocer nada de las temporadas anteriores o incluso episodios previos. Es una especie de corto que muestra tanto de la situación a la que nos estamos enfrentando en todo el mundo con el problema de la titulitis y la falta de aprecio a quienes tienen experiencia sin un papel universitario que lo certifique.
DESCUBRIR 📲
El maravilloso algoritmo de TikTok me llevó a esta talentosa publicista que decidió utilizar los mínimos recursos de los que disponía para montar una campaña de publicidad de su pueblo. Pero en vez de promocionarlo de la forma turística clásica que conocemos, enseñando los rincones más increíbles o la gastronomía más espectacular, optó por poner en valor todo aquello que sus propios habitantes no apreciaban o incluso echaban en falta.

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Comienza la temporada, creo que es la cuarta o la quinta ya y esto no deja de crecer. Me emociona tanto poder tener este espacio personal donde no tengo ninguna expectativa de nada, es solo yo y mi apertura al mundo para hablar de aquello que me gusta y con lo que no puedo brasear a mis amigos. Seguimos en contacto por redes sociales, no dudes en contarme qué te ha parecido esta carta en los comentarios. Abrazos
(1) La casa
Gracias por leer ‘Descubrimientos del mes’. Si te ha gustado, no dudes en suscribirte para que esta carta con recomendaciones culturales llegue a tu buzón el último domingo de cada mes.